¿Como son los atardeceres en el limo.?

El tiempo mece las hojas del árbol que, cargado de frutos se inclina casi con humana reverencia ante mi vegetal abandono. Es media tarde, despierta un zancudo y bosteza un gato en el umbral: -Esto bien puede ser un atisbo de felicidad-. Pienso desemperezando mi somnolencia, recordando de pronto que estoy vivo y necesito beber y comer y ****** y fumar y soñar y dormir para volver a despertar.

Mi nombre es el común denominador de mi leyenda y este ignoto lugar en el que reposo es el territorio que conquistaron mis antepasados, nómadas como el hombre que después de la siesta se entretiene entretejiendo palabras sin ánimo de echar raíces:- La perdición no es abrir los ojos al mal-. Me digo al levantarme sin la certeza de un rumbo, la luz solar se filtra por entre la arbolada, cada paso que doy reafirma mi compromiso reciente de plasmar en cualquier corazón, una huella.

“Ha claramente recuerdo que fue en un diciembre sombrío”

Ella posaba mordiendo la roja tentación, yo personifique al padre adán en aquella ocasión. Claramente recuerdo que, eran dos caminos para mi sola elección.

Volviendo sobre mis pasos doy la espalda al ocaso y me enfrento a una nube de mosquitos y al caos de siempre. Otra noche de diciembre, otro giro gradual del mismo reloj, mas oscuridad para un mundo oscuro, plagado de fantasmagorías.

Un suicida acaso escogería esta noche. Yo sonrío con desdén ante lo macabro y sin temblor en mi mano abro la puerta y escapo al espanto de otro atardecer sombrío.